Raúl Flores MartínezApenas clareaba el día y el primer cuadro de la Ciudad de México ya andaba con una prisa que no correspondía a la hora, el aire se movía raro, como si alguien hubiera quitado el freno de mano a la ciudad antes de tiempo. Llegaban cientos de personas, procedentes de estados como Chiapas, Guerrero, Oaxaca e Hidalgo. Las trompetas fueron las primeras en imponer el ánimo, luego las tarolas que marcan un ritmo que uno reconoce, sobre Fray Servando y 20 de Noviembre, entrada natural al Centro Histórico.  De pronto los danzantes aparecieron como estallido de color. Penachos altos, cascabeles que sonaban distinto según la procedencia, máscaras de diablo o de jaguar. Chilpancingo, Guerrero, y Apozol, Zacatecas, fueron lo que más aportaron danzantes multicolores que hicieron las delicias de aquellos que llegaron desde las tres de la mañana a la explanada de la Constitución. Los zanqueros avanzaban entre los contingentes con la precaución de quien sabe que un cable o un bordillo pueden arruinar el espectáculo en un segundo. El tianguis improvisado creció sin esfuerzo, playeras, gorras, tamales, todo convivía, aunque un par de vendedores se quejaba bajito de que personal de gobierno les había asegurado mercancía, así, sin más explicación. Del lado contrario, el contingente de la Ciudad de México se organizaba con serenidad. Más allá, un grupo de Pátzcuaro intentaba bailar el jarabe tapatío entre risas y tropiezos. Entre la multitud apareció Román, capitalino, quien llegó a las ocho de la mañana con un grupo de amigos. Habían coordinado todo por teléfono y se trasladaron en la nueva línea del metro. Nos sorprendió lo bien que funciona”, comentó mientras saludaba a Betty y a Giovanni. Sobre la diversidad reunida en un mismo punto, dijo: “Es increíble, gente de Tlalpan, de Michoacán, de todos lados. Da esperanza, llama a imaginar cambios posibles”. En otro extremo, Isabel Mora Sandoval llegaba desde Ayala, Morelos, se abrigaba con un rebozo claro. “Una hora cuarenta y cinco de camino”, contó. El frío no le molestaba. Trabajó años en Tlayacapan y ya se había hecho al clima. “Venimos porque estamos agradecidos con lo hecho para la gente. Como decía mi López Obrador, primero los pobres.” Hablaba con una firmeza tranquila. Cuando mencionó que eran tiempos de mujeres, levantó la voz apenas un poco. “Somos de lucha, de palabra, sabemos cumplir y trabajar.” La música de tamborazo atrajo nuestra atención. Era Lucía Cruz envuelta en una indumentaria que llamó la mirada de todos. Explicó que el traje representa la lucha con los apóstoles de Santo Santiago. Lo describió pieza por pieza, la montera, el gabán, las chivarras. Lleva bailando desde los diez años. “No se explica con palabras”, dijo. “La tradición te late en el pecho cuando suena el tambor.” Venían de Apozol, Zacatecas. Poco después llegaron los de Guerrero, encabezados por José Andrés Flores Alducín. Danzantes con máscaras de diablos de Cuajinicuilapa que parecían recién salidos de un cuento. Ensayan desde hace más de una década. “Es complicado, pero se hereda”, comentó. “Cada joven va aprendiendo, se pega, se vuelve de uno.” A las 11:00 en punto, ya no cabía un alfiler en las calles y plancha del Centro Histórico, según las autoridades 600 mil personas asistieron, algunas buscaban un huequito, apretaditos, como dulce de tamarindo decía doña Rosita que, a sus 85 años, estaba fuerte, se abría paso para mirar de frente a la presidenta Claudia Sheinbaum en el festejo por los siete años de la llamada Cuarta Transformación. Así lució el Zócalo, una mezcla de música, política, baile, cansancio, esperanza, contradicciones y orgullo regional. Un país entero, puesto en un solo punto, para celebrar siete años de un movimiento que para muchos, dicen, apenas comienza.   AFIRMAN QUE MÉXICO RECUPERÓ SU DESTINO lfonso Durazo Montaño, presidente del Consejo Nacional de Morena, aseguró ayer que, tras siete años de la Cuarta Transformación en la vida pública del país, México ha corregido el rumbo de su historia. Son siete años desde que juntos abrimos una ruta distinta: un camino donde el poder público se mide por su utilidad social, y donde la dignidad del pueblo es el punto de partida de toda la política”, sostuvo. Después de décadas de luchas y fatigas en que la vida pública era un espacio elitista y donde predominaban los intereses de unos cuantos, nuestro país recuperó algo fundamental: la confianza en sí mismo, en su presente y en su destino”. Durante la conmemoración por el aniversario de la 4T en el Zócalo capitalino, Durazo Montaño destacó que el país decidió dar un giro radical mediante una resolución libre, voluntaria, democrática y pacífica de la inmensa mayoría. Subrayó que, bajo el liderazgo de la presidenta Claudia Sheinbaum, el país vive ahora la segunda etapa del proyecto nacional, en la que se consolidó que las y los ciudadanos se encuentren en el centro de las decisiones de los gobiernos. Asimismo, el presidente del Consejo Nacional de Morena enfatizó que en esta nueva etapa, México es una nación más próspera, incluyente, igualitaria, democrática y digna, que avanza sin renunciar a su identidad y encuentra su grandeza en la fraternidad y la justicia social.   cva   Contenidos Relacionados: ‘México y EU se necesitan para competir’: Claudia Sheinbaum; siete años de la 4TCaminamos porque el Zócalo está colapsado en apoyo a Sheinbaum: Monreal'Nunca voy a traicionar', grita Sheinbaum ante 600 mil simpatizantes en el ZócaloRaúl Flores MartínezApenas clareaba el día y el primer cuadro de la Ciudad de México ya andaba con una prisa que no correspondía a la hora, el aire se movía raro, como si alguien hubiera quitado el freno de mano a la ciudad antes de tiempo. Llegaban cientos de personas, procedentes de estados como Chiapas, Guerrero, Oaxaca e Hidalgo. Las trompetas fueron las primeras en imponer el ánimo, luego las tarolas que marcan un ritmo que uno reconoce, sobre Fray Servando y 20 de Noviembre, entrada natural al Centro Histórico.  De pronto los danzantes aparecieron como estallido de color. Penachos altos, cascabeles que sonaban distinto según la procedencia, máscaras de diablo o de jaguar. Chilpancingo, Guerrero, y Apozol, Zacatecas, fueron lo que más aportaron danzantes multicolores que hicieron las delicias de aquellos que llegaron desde las tres de la mañana a la explanada de la Constitución. Los zanqueros avanzaban entre los contingentes con la precaución de quien sabe que un cable o un bordillo pueden arruinar el espectáculo en un segundo. El tianguis improvisado creció sin esfuerzo, playeras, gorras, tamales, todo convivía, aunque un par de vendedores se quejaba bajito de que personal de gobierno les había asegurado mercancía, así, sin más explicación. Del lado contrario, el contingente de la Ciudad de México se organizaba con serenidad. Más allá, un grupo de Pátzcuaro intentaba bailar el jarabe tapatío entre risas y tropiezos. Entre la multitud apareció Román, capitalino, quien llegó a las ocho de la mañana con un grupo de amigos. Habían coordinado todo por teléfono y se trasladaron en la nueva línea del metro. Nos sorprendió lo bien que funciona”, comentó mientras saludaba a Betty y a Giovanni. Sobre la diversidad reunida en un mismo punto, dijo: “Es increíble, gente de Tlalpan, de Michoacán, de todos lados. Da esperanza, llama a imaginar cambios posibles”. En otro extremo, Isabel Mora Sandoval llegaba desde Ayala, Morelos, se abrigaba con un rebozo claro. “Una hora cuarenta y cinco de camino”, contó. El frío no le molestaba. Trabajó años en Tlayacapan y ya se había hecho al clima. “Venimos porque estamos agradecidos con lo hecho para la gente. Como decía mi López Obrador, primero los pobres.” Hablaba con una firmeza tranquila. Cuando mencionó que eran tiempos de mujeres, levantó la voz apenas un poco. “Somos de lucha, de palabra, sabemos cumplir y trabajar.” La música de tamborazo atrajo nuestra atención. Era Lucía Cruz envuelta en una indumentaria que llamó la mirada de todos. Explicó que el traje representa la lucha con los apóstoles de Santo Santiago. Lo describió pieza por pieza, la montera, el gabán, las chivarras. Lleva bailando desde los diez años. “No se explica con palabras”, dijo. “La tradición te late en el pecho cuando suena el tambor.” Venían de Apozol, Zacatecas. Poco después llegaron los de Guerrero, encabezados por José Andrés Flores Alducín. Danzantes con máscaras de diablos de Cuajinicuilapa que parecían recién salidos de un cuento. Ensayan desde hace más de una década. “Es complicado, pero se hereda”, comentó. “Cada joven va aprendiendo, se pega, se vuelve de uno.” A las 11:00 en punto, ya no cabía un alfiler en las calles y plancha del Centro Histórico, según las autoridades 600 mil personas asistieron, algunas buscaban un huequito, apretaditos, como dulce de tamarindo decía doña Rosita que, a sus 85 años, estaba fuerte, se abría paso para mirar de frente a la presidenta Claudia Sheinbaum en el festejo por los siete años de la llamada Cuarta Transformación. Así lució el Zócalo, una mezcla de música, política, baile, cansancio, esperanza, contradicciones y orgullo regional. Un país entero, puesto en un solo punto, para celebrar siete años de un movimiento que para muchos, dicen, apenas comienza.   AFIRMAN QUE MÉXICO RECUPERÓ SU DESTINO lfonso Durazo Montaño, presidente del Consejo Nacional de Morena, aseguró ayer que, tras siete años de la Cuarta Transformación en la vida pública del país, México ha corregido el rumbo de su historia. Son siete años desde que juntos abrimos una ruta distinta: un camino donde el poder público se mide por su utilidad social, y donde la dignidad del pueblo es el punto de partida de toda la política”, sostuvo. Después de décadas de luchas y fatigas en que la vida pública era un espacio elitista y donde predominaban los intereses de unos cuantos, nuestro país recuperó algo fundamental: la confianza en sí mismo, en su presente y en su destino”. Durante la conmemoración por el aniversario de la 4T en el Zócalo capitalino, Durazo Montaño destacó que el país decidió dar un giro radical mediante una resolución libre, voluntaria, democrática y pacífica de la inmensa mayoría. Subrayó que, bajo el liderazgo de la presidenta Claudia Sheinbaum, el país vive ahora la segunda etapa del proyecto nacional, en la que se consolidó que las y los ciudadanos se encuentren en el centro de las decisiones de los gobiernos. Asimismo, el presidente del Consejo Nacional de Morena enfatizó que en esta nueva etapa, México es una nación más próspera, incluyente, igualitaria, democrática y digna, que avanza sin renunciar a su identidad y encuentra su grandeza en la fraternidad y la justicia social.   cva   Contenidos Relacionados: ‘México y EU se necesitan para competir’: Claudia Sheinbaum; siete años de la 4TCaminamos porque el Zócalo está colapsado en apoyo a Sheinbaum: Monreal'Nunca voy a traicionar', grita Sheinbaum ante 600 mil simpatizantes en el Zócalo

Música, danza y colores llenan de vida al Zócalo; dan espaldarazo a Claudia Sheinbaum

2025/12/07 15:51

Apenas clareaba el día y el primer cuadro de la Ciudad de México ya andaba con una prisa que no correspondía a la hora, el aire se movía raro, como si alguien hubiera quitado el freno de mano a la ciudad antes de tiempo.

Llegaban cientos de personas, procedentes de estados como Chiapas, Guerrero, Oaxaca e Hidalgo.

Las trompetas fueron las primeras en imponer el ánimo, luego las tarolas que marcan un ritmo que uno reconoce, sobre Fray Servando y 20 de Noviembre, entrada natural al Centro Histórico. 

De pronto los danzantes aparecieron como estallido de color. Penachos altos, cascabeles que sonaban distinto según la procedencia, máscaras de diablo o de jaguar.

Chilpancingo, Guerrero, y Apozol, Zacatecas, fueron lo que más aportaron danzantes multicolores que hicieron las delicias de aquellos que llegaron desde las tres de la mañana a la explanada de la Constitución. Los zanqueros avanzaban entre los contingentes con la precaución de quien sabe que un cable o un bordillo pueden arruinar el espectáculo en un segundo.

El tianguis improvisado creció sin esfuerzo, playeras, gorras, tamales, todo convivía, aunque un par de vendedores se quejaba bajito de que personal de gobierno les había asegurado mercancía, así, sin más explicación.

Del lado contrario, el contingente de la Ciudad de México se organizaba con serenidad. Más allá, un grupo de Pátzcuaro intentaba bailar el jarabe tapatío entre risas y tropiezos.

Entre la multitud apareció Román, capitalino, quien llegó a las ocho de la mañana con un grupo de amigos. Habían coordinado todo por teléfono y se trasladaron en la nueva línea del metro.

En otro extremo, Isabel Mora Sandoval llegaba desde Ayala, Morelos, se abrigaba con un rebozo claro. “Una hora cuarenta y cinco de camino”, contó. El frío no le molestaba. Trabajó años en Tlayacapan y ya se había hecho al clima. “Venimos porque estamos agradecidos con lo hecho para la gente. Como decía mi López Obrador, primero los pobres.” Hablaba con una firmeza tranquila. Cuando mencionó que eran tiempos de mujeres, levantó la voz apenas un poco. “Somos de lucha, de palabra, sabemos cumplir y trabajar.”

La música de tamborazo atrajo nuestra atención. Era Lucía Cruz envuelta en una indumentaria que llamó la mirada de todos. Explicó que el traje representa la lucha con los apóstoles de Santo Santiago. Lo describió pieza por pieza, la montera, el gabán, las chivarras.

Lleva bailando desde los diez años. “No se explica con palabras”, dijo. “La tradición te late en el pecho cuando suena el tambor.” Venían de Apozol, Zacatecas.

Poco después llegaron los de Guerrero, encabezados por José Andrés Flores Alducín. Danzantes con máscaras de diablos de Cuajinicuilapa que parecían recién salidos de un cuento. Ensayan desde hace más de una década. “Es complicado, pero se hereda”, comentó. “Cada joven va aprendiendo, se pega, se vuelve de uno.”

A las 11:00 en punto, ya no cabía un alfiler en las calles y plancha del Centro Histórico, según las autoridades 600 mil personas asistieron, algunas buscaban un huequito, apretaditos, como dulce de tamarindo decía doña Rosita que, a sus 85 años, estaba fuerte, se abría paso para mirar de frente a la presidenta Claudia Sheinbaum en el festejo por los siete años de la llamada Cuarta Transformación.

Así lució el Zócalo, una mezcla de música, política, baile, cansancio, esperanza, contradicciones y orgullo regional. Un país entero, puesto en un solo punto, para celebrar siete años de un movimiento que para muchos, dicen, apenas comienza.

AFIRMAN QUE MÉXICO RECUPERÓ SU DESTINO

lfonso Durazo Montaño, presidente del Consejo Nacional de Morena, aseguró ayer que, tras siete años de la Cuarta Transformación en la vida pública del país, México ha corregido el rumbo de su historia.

Durante la conmemoración por el aniversario de la 4T en el Zócalo capitalino, Durazo Montaño destacó que el país decidió dar un giro radical mediante una resolución libre, voluntaria, democrática y pacífica de la inmensa mayoría.

Subrayó que, bajo el liderazgo de la presidenta Claudia Sheinbaum, el país vive ahora la segunda etapa del proyecto nacional, en la que se consolidó que las y los ciudadanos se encuentren en el centro de las decisiones de los gobiernos.

Asimismo, el presidente del Consejo Nacional de Morena enfatizó que en esta nueva etapa, México es una nación más próspera, incluyente, igualitaria, democrática y digna, que avanza sin renunciar a su identidad y encuentra su grandeza en la fraternidad y la justicia social.

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