El bubble tea surgió en Taiwán en los años 80, cuando las casas de té comenzaron a experimentar con bebidas frías mezcladas con perlas de tapioca. Lo que nació como una ocurrencia se convirtió rápidamente en un fenómeno mundial, capaz de adaptarse a sabores, texturas y estaciones.
El matcha, té verde japonés molido y de larga tradición ceremonial, encontró en el bubble tea un vehículo perfecto para difundirse fuera de Asia: es vibrante, aromático y combina bien con leche y endulzantes naturales.
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En su versión navideña, esta bebida adquiere calidez gracias a especias tradicionales —canela, jengibre, vainilla y un toque de miel o maple— que armonizan con el carácter herbal del matcha. El resultado es un bubble tea cremoso, festivo y refrescante, ideal para una tarde fría.
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