A unas semanas de que se celebre Navidad, el pino adornado, luces y nieve artificial por doquier se convierten en protagonistas de estas fechas, y en el caso de la religión católica elementos como el nacimiento no pueden faltar.
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Desde el niño Jesús, María y José, los Reyes Magos, los pastorcitos y el ángel, son parte de la escena que adorna estas fechas decembrinas y por supuesto, no puede faltar la estrella de Belén, ese astro que guio a Melchor, Gaspar y Baltazar hasta el pesebre y que por años que ha cuestionado su existencia.
Y es que ahora, después de siglos de debates, conjeturas y hasta discusiones apasionadas entre astrónomos, teólogos e historiadores, un científico planetario de la NASA cree haber dado con una pista sólida sobre este fenómeno enigmáticos de la historia.
La misteriosa luz que, según el Evangelio de Mateo, guio a los célebres Tres Reyes Magos hasta el recién nacido Jesús parece haber sido encontrada por Mark Matney, un científico que estudió registros astronómicos chinos que documentan la aparición, en el año 5 a. C., de un cometa brillante visible durante más de 70 días.
En su análisis, publicado en el Journal of the British Astronomical Association, Matney reconstruye la posible órbita de este antiguo visitante celeste.
Según sus cálculos, el cometa habría surgido en el cielo alrededor de junio del año 5 a. C., y su trayectoria podría coincidir sorprendentemente con la descripción bíblica, primero “en el este”, luego “yendo delante” de los viajeros que se dirigían de Jerusalén a Belén, y finalmente “deteniéndose sobre” el lugar del nacimiento.
La clave, explica el científico, es que este cometa habría pasado muy cerca de la Tierra, tanto que podría haber sido visible incluso a plena luz del día y brillar con una intensidad excepcional, se trató de un espectáculo que difícilmente habría pasado desapercibido.
La Estrella de Belén ha sido tema de estudio durante siglos, se han propuesto supernovas, explosiones estelares, conjunciones planetarias como la famosa alineación Júpiter-Saturno del 7 a. C., y hasta fenómenos atmosféricos poco comunes, algunos historiadores optan por verla como un símbolo literario o un elemento teológico más que un evento astronómico.
Aun así, la teoría del cometa tiene un encanto especial: combina precisión científica con la magia ancestral de observar el cielo. Después de todo, los cometas eran objeto de profunda fascinación en la antigüedad. Culturas como la china y la babilónica los registraban meticulosamente, y en muchas tradiciones se les atribuía un significado excepcional, a veces augurios, a veces señales divinas.
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El trabajo de Matney no pretende cerrar el debate, difícilmente un misterio de dos milenios se resuelve tan fácilmente, pero sí aporta una de las hipótesis más coherentes con la descripción bíblica y los registros históricos, y, sobre todo, mantiene viva la curiosidad por un fenómeno que combina ciencia, historia y tradición navideña.
Sin embargo, los expertos también creen que quizá nunca se conozca con absoluta certeza qué fue la Estrella de Belén, pero la idea de un cometa brillante cruzando el cielo y guiando a viajeros en medio de la noche sigue siendo un misterio.
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