“El gran factor que generó una tasa de desempleo de dos dígitos a mitad de los 90, cuando la Argentina todavía crecía al 8 por ciento, fue la destrucción del em“El gran factor que generó una tasa de desempleo de dos dígitos a mitad de los 90, cuando la Argentina todavía crecía al 8 por ciento, fue la destrucción del em

Roxana Maurizio: “En los 90, la Argentina tuvo crecimiento económico del 8 por ciento, pero con aumento de la informalidad”

2025/12/21 11:00

“El gran factor que generó una tasa de desempleo de dos dígitos a mitad de los 90, cuando la Argentina todavía crecía al 8 por ciento, fue la destrucción del empleo industrial”, advierte. “La tasa de informalidad fue del 45 por ciento entre el 98 y 99; escaló al 50 por ciento en 2002, 2003”, dice. “El crecimiento económico con estabilidad es una condición necesaria, pero no suficiente para crear empleo”, afirma. “No ha habido experiencias de crecimiento del empleo formal en contextos de crisis macroeconómica”, asegura. “En 2003, la informalidad alcanzó el 50 por ciento; llegado 2015, cayó casi 20 puntos: había 35 por ciento de informalidad”, precisa.

“La informalidad y la desocupación se redujeron en el contexto de crecimiento económico, sobre todo entre 2003 y 2007 o 2008”, contrasta. “Con un tipo de cambio elevado, que daba protección a la industria, el gran generador de empleo en ese momento fue la industria y la construcción de la mano del boom inmobiliario, sectores que son demandantes de mano de obra”, analiza y sigue: “La industria fue la que generó empleo en esos años. Desempolvaron las máquinas que tenían guardadas y con relativamente baja inversión, utilizando capacidad ociosa, empezaron a contratar mano de obra y a formalizar trabajadores existentes”. “El tipo de cambio. No debería ser el único factor que determine hoy la competitividad de una empresa a lo largo del tiempo”, subraya. “En esa macro de los primeros años del kirchnerismo, ya se estaban incubando algunos problemas que surgen después. Pero en términos del crecimiento económico de esos primeros años, fue lo que permitió bajar fuertemente la tasa de desocupación hasta 2007, 2008. Ahí se llegó a los valores mínimos de tasa de ocupación del 6 o 7 por ciento”, sintetiza. “Hoy la tasa de informalidad, y es un dato importante, es diferente entre distintos tipos de trabajadores. Es de 37,7 por ciento entre los trabajadores asalariados en relación de dependencia, pero escala al 62 por ciento entre los trabajadores independientes”, compara. “El gran foco de informalidad son los jóvenes hasta 25 años: ahí la informalidad es del 60 por ciento”, alerta. “La tasa de informalidad del 37,7% de hoy, entre los asalariados en relación de dependencia, nos ubica más o menos en 2008. Desde hace diecisiete años estamos en esa tasa de informalidad”, reconoce. “Desde 2007, la tasa de desocupación está en torno a un dígito, o rondando el 10 por ciento, pero sin superarlo”, detalla pero aclara: “Una tasa de desocupación relativamente baja en Argentina, y también en América Latina, no es sinónimo de no tener dificultades en el mercado de trabajo”. “En las pequeñas empresas están sobrerrepresentados los trabajadores informales: dos tercios están en las micro y pequeñas empresas. En esos casos, no basta con una macro ordenada porque esas empresas tienen una multiplicidad de problemas”, alerta. “Si uno va sólo por la pata laboral, nos quedamos cortos si el objetivo es cambiar la realidad de esas empresas y de esos trabajadores”, desarrolla. “No alcanza con crecer con estabilidad sino cuáles son los sectores y cuáles son las empresas que pueden estar creciendo y transformar ese mundo de informalidad en un mundo de formalidad”, explica. “Es un problema que esas pymes estén sobreviviendo más que generando rentabilidad y enfrentando los cambios tecnológicos”, subraya. “Es central encontrar un tipo de cambio que sea de equilibrio en lo productivo, en lo macro y en lo social”, concluye.

La especialista en Economía Laboral Roxana Maurizio

La reconocida experta en mercado laboral, Roxana Maurizio, pasó por La Repregunta. Maurizio es investigadora del Instituto Interdisciplinario de Economía Política (IIEP), de la UBA. Es doctora en Economía por la UNLP y economista por la UBA.

Informalidad argentina, ¿a cuánto llega? ¿Alcanza con crecer para crear empleo formal privado? Lecciones menemistas: ¿crecimiento sin empleo formal? Lecciones kirchneristas: ¿por qué hubo crecimiento del empleo formal con Néstor Kirchner pero la macro kirchnerista no lo hizo sostenible? Tipo de cambio, ¿por qué no alcanza para una política industrial sostenible? ¿Desde cuándo crece la informalidad y la desocupación en la Argentina? Despidos, ¿cambiando la legislación laboral crecen los incentivos para el empleo formal… o no es tan fácil? Micro y pequeña empresa: ¿el gran desafío? Esta es la discusión en la Argentina, en medio del gran debate sobre la modernización laboral o reforma laboral con la que quiere avanzar la presidencia de Javier Milei. Maurizio hizo su análisis.

Aquí, la entrevista completa.

Argentina y el mercado laboral. Informalidad, ¿el gran problema?

-Primero, vayamos a un panorama del mercado laboral en la Argentina. ¿Cuáles son los indicadores clave que hay que tener en cuenta para medir el pulso del mercado laboral en un país? ¿Y cómo están hoy en la Argentina?

-En principio, deberíamos mirar qué está pasando con los indicadores laborales principales: la tasa de ocupación, la tasa de desocupación, la participación económica y también, un indicador fundamental del mercado de trabajo en Argentina, la tasa de informalidad laboral. La tasa de desocupación del segundo trimestre de este año fue del 7,6 por ciento. Representa 1 punto más que los trimestres anteriores y 1,5 más respecto de fines de 2023. La tasa de informalidad laboral en el segundo trimestre de este año fue del 43 por ciento en el total del empleo: implica también 1,5 más que en el mismo trimestre del año pasado. Esa tasa de informalidad, y este es otro dato importante, es diferente entre distintos tipos de trabajadores. Por ejemplo, es de 37,7 por ciento en el caso de los trabajadores asalariados en relación de dependencia, pero escala al 62 por ciento entre los trabajadores independientes.

Av de Mayo. Convocatoria de la CGT  a la Plaza de Mayo para rechazar la reforma laboral de Milei

-Para entender bien esa cifra. Entre los asalariados, pero en condiciones de informalidad. ¿Cuál es esa tasa?

-Es del 37,7 por ciento.

-Es decir, gente que tiene un empleo, que recibe un salario mensualmente, pero que no está haciendo aportes y una serie de cargas sociales.

-Sí, exactamente: no está registrado en la Seguridad Social, y por lo tanto, no está cubierto por toda la normativa laboral.

-No está aportando para jubilaciones, por ejemplo.

-Sí, exactamente. Y, además, están los trabajadores independientes, que trabajan por cuenta propia, de manera independiente en un trabajo que no tiene trabajadores a cargo ni un jefe. Dentro de ese conjunto de trabajadores, la informalidad laboral escala a alrededor del 62 por ciento.

-La informalidad entre los independientes, ¿es una informalidad que ni siquiera factura o son monotributistas que no están cumpliendo con los aportes obligatorios?

-Ni siquiera están en el monotributo, que sería la puerta de entrada al mundo formal desde el punto de vista de un trabajador independiente. Aun con esa facilidad para entrar al mundo formal, estos trabajadores también están por fuera de ese esquema.

Desocupación baja: ¿una buena noticia… o no tanto? ¿Avanza el empleo informal?

-Si uno diferencia por edad, jóvenes versus edad madura o tercera edad, que también trabaja, y por mujeres versus varones, ¿cómo están estos indicadores?

-En general, las mujeres, de acuerdo con el último dato disponible, están en 1 punto por arriba del promedio y los varones están 1 punto por debajo. La tasa de informalidad es más elevada entre las mujeres tanto en el segmento asalariado como en el segmento de cuenta propia. Por tramos etarios, la diferencia la marcan los jóvenes. La tasa de informalidad entre los jóvenes hasta 25 años es de alrededor del 60 por ciento. Los jóvenes no entran al mercado de trabajo como entrepreneurs, por cuenta propia. Los jóvenes se insertan en una ocupación asalariada en relación de dependencia, pero que no está blanqueada, no está registrada en la seguridad social. La tasa va bajando entre los 40 y 55 años. Y después vuelve a aumentar un poco. Pero el gran foco de informalidad está entre los jóvenes.

-Me interesa el tema de la desocupación, el 7,6 por ciento. Tuvo 1, 5 puntos de aumento respecto del año pasado. Sigue siendo uno de desocupación de un dígito, pero todavía lejos de los dos dígitos. Una de las grandes preguntas es: ¿hay baja desocupación porque los ocupados encuentran changas en el mercado informal y se consideran trabajadores informales? ¿Hay baja desocupación porque hay alta informalidad?

-Esa suele ser una de las situaciones del mercado de trabajo porque cuando un trabajador no tiene un empleo formal, encuentra distintas vías. Una vía es el empleo informal, muy recurrente en América Latina, menos recurrente en Europa, por ejemplo. Hay otra vía en la que no consigue un empleo ni siquiera en la informalidad y termina en la desocupación. Salvo en períodos muy extremos de crisis como tuvo la Argentina en el ´95 y en 2003, desde 2007, 2008, la tasa de desocupación ha estado en torno a un dígito, o rondando el 10 por ciento, pero sin superarlo. En parte, se debe a que no hay un sostenimiento financiero de ingresos a la población desocupada. Alguien que sale de un puesto de trabajo, sea formal o informal, tiene necesariamente que buscar rápidamente otro puesto de trabajo para tener ingresos para sobrevivir. Una tasa de desocupación relativamente baja en la Argentina, y también en América Latina, no es sinónimo de no tener dificultades en el mercado de trabajo.

-Es decir, no es necesariamente un dato optimista; hay que ponerlo en un contexto.

-Sí, exactamente.

Creación de empleo. ¿Alcanza con el crecimiento económico o se necesita una reforma laboral?

-Hay mucha discusión sobre el comportamiento de la informalidad, uno de los grandes temas que pretende corregir el proyecto del Gobierno. En el medio de todo este debate, la gran pregunta es: ¿el crecimiento empuja la contratación formal de trabajadores? ¿O no alcanza con el crecimiento y también hay que hacer una reforma o una modernización laboral, como se quiera llamarlo, para que las empresas contraten a los trabajadores que necesitan de manera formal? ¿Cuál es su perspectiva?

-No es sólo el crecimiento económico. El crecimiento económico con estabilidad, con previsibilidad, con reglas de juego claras, un crecimiento sostenido no sólo hoy, sino mañana y pasado, es una condición necesaria, pero no es una condición suficiente.

-Entonces: crecimiento con macro ordenada, es decir, con equilibrio fiscal, reglas claras de juego, previsibilidad aun en la alternancia de gobierno.

-Sí. Para el empleador, contratar un nuevo trabajador de manera formal implica un contrato de largo plazo. Ningún empleador contrata a un trabajador formal pensando que lo va a tener un mes, dos meses y después no lo va a necesitar.

-¿Formal en las actuales condiciones de las reglas laborales?

-En general, con más flexibilidad o menos flexibilidad, es un contrato de mediano plazo. El empleador hace un contrato con un trabajador registrado bajo las leyes laborales del momento con la idea de que ese trabajador lo requiere hoy y también mañana. Lo primero que mira un empleador es qué pasa con la macroeconomía, con su sector y su propia empresa. Por eso necesita tener cierta previsibilidad en esa demanda de trabajo. Eso es una condición sin duda necesaria. No ha habido experiencias de crecimiento del empleo formal en contextos de crisis macroeconómica. El proceso de formalización se da bajo un esquema de crecimiento económico.

Más empleo. Macro ordenada con crecimiento, ¿por qué es necesaria pero no suficiente?

-Me interesa hacer esa distinción: ¿puede haber una macro ordenada que no crezca? Chile tiene un equilibrio fiscal sólido, hay consenso sobre eso, no hay que emitir, no tiene que haber déficit fiscal, el Banco Central tiene que ser independiente, pero el crecimiento está estancado en torno a un 1,8 o 2 por ciento. La macro ordenada no necesariamente es sinónimo de crecimiento. Cuando usted plantea una condición necesaria, ¿se refiere a las dos cosas, macro ordenada con crecimiento?

-Sí, exactamente. El trabajo, la demanda de mano de obra es una demanda derivada de la producción de bienes o servicios. Nadie va a contratar a un trabajador que no necesite en un proceso productivo. La condición necesaria es que el empleador, el empresario vea que necesita más mano de obra para su proceso productivo y que la necesita hoy y mañana.

-¿Por qué es una condición necesaria pero no suficiente?

-¿Por qué no es suficiente para crear empleo formal? De hecho, en los ´90s, la Argentina tuvo esa experiencia: tasas de crecimiento del 7, 8 o 9 por ciento pero con aumento de la informalidad. Eso se debe a varias razones. Primero, porque la inestabilidad macro, sobre todo a mitad de los ´90, hizo que a pesar de tener crecimiento económico post Tequila, la informalidad siguió aumentando. Informalidad y desempleo, los dos indicadores se movieron de manera conjunta. La tasa de informalidad era del 45 por ciento en el 98, 99; escaló al 50 por ciento en 2002, 2003, en los 2000.

-¿Y cuál fue la tasa de desocupación en los momentos más críticos de esos años?

-En el momento más crítico, llegamos al 20 o 25 por ciento, en el contexto de Tequila. Después bajó, pero terminamos lejos, en dos dígitos a finales de los 90.

-La desocupación llegó al 14 por ciento, ¿no?

-Sí, la crisis de la Convertibilidad escaló fuertemente. Luego, esos dos indicadores se redujeron en el contexto de crecimiento económico, sobre todo entre 2003 y 2007, 2008. ¿Qué otros factores hacen que esta condición se sume a otras para ser necesaria? Entre otras cosas, la cuestión productiva. ¿Dónde se concentra la informalidad laboral? Dos tercios se concentran en micro y pequeñas empresas. No alcanza con crecer con estabilidad sino cuáles son los sectores y cuáles son las empresas que pueden estar creciendo y transformar ese mundo de informalidad en un mundo de formalidad. Ahí hay un punto clave.

Pymes y empleo. ¿Por qué no alcanza ni con crecimiento económico ni con reforma laboral?

-Muy interesante ese punto. ¿Cuáles es el tipo de empresas que da más trabajo? Porque uno piensa en las grandes empresas, en las corporaciones. Pero esto es una foto equivocada, ¿no?.

-Ahí hay dos elementos: se puede analizar a partir de cuánto demandan por unidad de producto o cuánto demandan en la totalidad?

-Veamos la totalidad. ¿Dónde está concentrado el trabajo?

-Si uno mira el total de los asalariados, dejando de lado los de cuenta propia, un tercio está en las grandes empresas, un tercio en las medianas y otro tercio en las pequeñas. Pero el tercio de las pequeñas se convierte en dos tercios cuando se considera la distribución de la informalidad: en esas pequeñas empresas están sobrerrepresentados los trabajadores informales. ¿Por qué pongo este dato sobre la mesa? Para las pequeñas empresas no basta con una macro ordenada.

-Tampoco macro ordenada con crecimiento.

-Sí, exactamente, porque tienen una multiplicidad de problemas entre los cuales hay un tema laboral, sin dudas, pero son empresas que no tienen inversión, sin capacidad de exportación, sin acceso a los mercados, sin acceso a los mercados financieros. Muchas tienen una lógica más de supervivencia que una lógica capitalista, de rendimiento. Si uno no va con una política más integral, productiva, de aumento de la competitividad, de la productividad… En la Argentina, la productividad es muy baja y es particularmente baja en esos establecimientos. Si uno va sólo por la pata laboral, nos quedamos cortos si el objetivo es cambiar la realidad de esas empresas y de esos trabajadores.

Milei durante la firma de la reforma laboral

Despidos y litigiosidad. ¿Sirve la modernización laboral de Milei?

-Con la pata laboral sola no alcanza, pero está claro que lo laboral pesa, por ejemplo, en la litigiosidad y en el impacto que tienen las sentencias laborales sobre empresas muy chicas como las que usted está describiendo. ¿Por eso una reforma o una modernización laboral tiene que encarar ese tema?

-Sin dudas. Si uno habla de modernización, no sólo la tecnología es un tema. 00:16:05:16 Las otras tendencias, como la demográfica, introducen elementos nuevos que hay que encarar para decidir cuál es la mejor legislación para cambiar la realidad, sobre todo en las pequeñas empresas. Lo que estás marcando es un punto: hay que discriminar en qué casos esos conflictos a la hora de despedir a un trabajador son válidos, es decir, esos casos en que la empresa efectivamente estaba incumpliendo la normativa laboral: hay que entender si hay algo que se sale fuera de control en el momento del despido y hace que las empresas tengan que enfrentar un costo inesperado o, en realidad, es que no se estaba cumpliendo con la normativa laboral y se termina en una historia conflictiva al momento del despido.

-En el proyecto del Gobierno, ¿usted ve que ese punto en particular está encarado de una manera interesante, al menos?

-Aparece la figura del Fondo de Asistencia Laboral (FAL). Allí hay varias cuestiones. Toca un tema de contribuciones patronales que se vincula con la seguridad social. El conflicto está asociado a la indemnización por despido. Es un tema que aparece cada vez que se discute la reforma laboral no sólo para bajar la litigiosidad. El argumento que está por detrás es flexibilizar y permitirle a los empleadores que puedan adecuar la demanda de mano de obra al ciclo económico o al ciclo de la propia firma. Se había discutido un proyecto anterior, la Ley de Cese Laboral, que finalmente no se terminó implementando porque generaba un costo adicional para los empleadores. A partir de esa discusión, se establece este fondo nuevo: le dice a los empleadores que lo que lo que pagaban antes a la Seguridad Social, el 3 por ciento, va a este fondo. Implica reducirles fuertemente la indemnización por despido o, en algunos casos, directamente eliminarla como desembolso financiero al momento del despido. Eso tiene sus distintas aristas. Primero, ¿por qué tener la figura de la indemnización por despido? Porque reduce la inestabilidad ocupacional por el lado del trabajador: al tener un costo…

Afiches contra la reforma laboral

-Desmotiva al empleador para que no despida, pero también se vuelve muy rígida e impacta en la relación entre la actividad económica y la capacidad productiva de una empresa.

-Sí, exactamente. En el proyecto del Gobierno, se le saca completamente a los empleadores ese costo financiero o ese desincentivo para despedir, un monto que estaban pagando. Si eso alcanza o no es otro tema.

Fondo de asistencia laboral. ¿Más problemas que soluciones?

-Pero según su planteo, los empleadores tienden a contratar teniendo en cuenta el mediano plazo. ¿Es necesario un incentivo penalizador para que forzarlos a retener empleados? Si la actividad económica y el consumo se desploman, si esa empresa se vuelve menos competitiva y tiene que manejar sus costos o replantearse un sistema de producción más eficiente, para poder adaptarse, debería tener ciertos márgenes de flexibilidad que no fueran penalizados.

-Sí, por supuesto. Y hay distintas maneras de hacerlo. Por ejemplo, el fondo de cese laboral. Está en Brasil y es costoso para las empresas, pero se adecuaron. La empresa ya hace una previsión para los trabajadores: en el momento del despido no tiene que desembolsar un monto de dinero porque ya cuenta con esa caja.

-¿Por qué cuestiona el FAL?

-En el proyecto oficial, se elimina por completo un monto que ya estaban pagando los empleadores. Entre otras cosas, desfinancia la seguridad social. Es algo que los empleadores pagaban por un motivo y ahora le dicen que va a otra caja. Hay un tema de desfinanciamiento.

Patricia Bullrich en la reunion plenaria de las comisiones de Trabajo y Presupuesto y Hacienda del Senado de la Nacion, en el Salón Azul del Congreso de la Nacion, el 17 de este mes

-¿Pero qué plantearía en su lugar? ¿Que paguen otro monto distinto, adicional?

-Podría plantearse, pero que no sea más caro que el régimen actual. Podría haber otro esquema financiero para que no implique una erogación para las empresas, sobre todo para aquellas que enfrentan una situación complicada, que en el momento del despido no pueden encarar ese costo adicional. Entre los dos esquemas legales, hay arquitecturas financieras que se podrían plantear. En los países nórdicos, no hay indemnización por despido. La indemnización por despido implica darle un sostén económico, al menos por cierto tiempo, a aquellos trabajadores que pierden una ocupación.

-¿Se lo tiene que dar el Estado?

-Hay distintas maneras de plantearlo, pero existe el seguro por desempleo. En algunos países nórdicos, no existe la indemnización por despido porque tienen un seguro por desempleo muy generoso.

-Son situaciones muy irreales para nuestro contexto: hoy, la Argentina está lejísima de esa situación. Se está intentando reconstruir las arcas públicas. Sería muy difícil que el Estado sea capaz de ofrecer un seguro de desempleo significativo.

-Bueno, Uruguay lo tiene.

-Pero Uruguay tiene una situación económica impecable en la transición de un gobierno al otro desde el Frente Amplio al Lacalle Pou. Tiene una tasa de informalidad del 22,4 por ciento: es el país de América Latina con menor tasa de informalidad. Es imposible comparar la situación de la Argentina hoy, con la debilidad macroeconómica y el crecimiento bajo que tiene, con los países de la región.

-Sí, sin duda.

-Dado esta situación crítica, ¿cómo se resuelve el tema del mercado laboral?

-Cuando uno cambia la legislación, el espíritu debería ser no sólo tener en cuenta una situación crítica. La legislación es parte de la previsibilidad; uno esperaría que no se cambie todos los años. No se trata sólo de atacar una situación de crisis. También hay que llegar a una legislación que también acompañe situaciones más normales y que favorezca el crecimiento y el crecimiento del empleo. ¿Pero por qué planteo el tema del seguro por desempleo? Porque un segundo factor asociado a la indemnización por despido es que, frente a la falta de un seguro por desempleo, el trabajador pueda llevarse cierto monto de dinero, que en este caso solo se cambia porque el trabajador se llevaría ese monto de dinero. Hay que ver cómo se administra ese fondo. Pero para el trabajador no debería haber grandes cambios.

De Néstor Kirchner a CFK 2007. ¿Creció el empleo porque creció la economía?

-En medio de este debate, el kirchnerismo sostiene que el empleo viene de la mano del crecimiento y que durante los años kirchneristas de Néstor Kirchner y primera presidencia de Cristina Kirchner, hubo crecimiento económico y hubo crecimiento del empleo aún con el mismo marco de regulación laboral que hoy se quiere corregir. ¿Cómo ve esa foto que plantea el kirchnerismo?

-En los hechos crudos, es así. Desde 2003, la informalidad escaló al 50 por ciento; llegado 2015, la informalidad cayó casi 20 puntos. Si uno mira toda la película a largo plazo, en 2015 había 35 por ciento de informalidad. Y unos años antes, 32 por ciento. La tasa de informalidad del 37,7% de hoy, entre los asalariados en relación de dependencia, nos ubica más o menos en 2008. Hemos estado fluctuando, pero desde hace diecisiete años estamos en esa tasa de informalidad.

-¿Cuánto creció el empleo privado formal en ese período?

-Ese aumento es el complemento de esta caída. La caída de la tasa de informalidad se dio con un crecimiento muy elevado de los puestos de trabajo asalariados formales.

-En esos años, cuando se refiere al empleo formal, ¿está hablando de empleo privado o de empleo público y privado?

-Me refiero fundamentalmente al empleo privado. Los datos de hoy del empleo asalariado privado, formal, vis-à-vis del empleo público, en total, muestran que el empleo asalariado corresponde a 10 millones de personas; 6.600.000 son del sector privado; 3.200.000 son del sector público, y el resto son casas particulares, el servicio doméstico. El sector privado, más que el sector público, marca la dinámica del empleo asalariado formal.

-Lo pregunto porque en los años kirchnerista hubo una duplicación del gasto público y también aumentó la masa de mano de obra ocupada en ese sector. Este Gobierno, en cambio, ha reducido esa planta. ¿Cuánto representó en esos años el empleo formal público respecto del privado? Debe ser una ecuación distinta a la actual.

-Sí, pero no tan diferente. En la masa total de trabajadores, más allá de que la dinámica sea más intensa en el sector público respecto del sector privado, en esos grandes números, por supuesto hubo un aumento y también podemos ver cómo se compone la caída. Hubo aumento del sector público, pero como también fue tan importante el aumento del sector privado, esa ecuación no cambia significativamente. No es que el empleo público alcanza números parecidos a los del sector privado ni mucho menos. El empleo privado es significativamente mayor que el empleo público asalariado.

-Según su análisis, macro ordenada y crecimiento son fundamentales para crear empleo. ¿A cuánto crece la Argentina en esos primeros años kirchneristas, por lo menos hasta 2011, cuando se inicia el estancamiento del empleo público formal privado, que sigue fijo en torno al 42 por ciento más o menos sostenido.

-En esos años, la tasa de crecimiento, sobre todo en los primeros años post convertibilidad, fue del 8.4 por ciento.

-¿Y el promedio de todos esos años kirchneristas?

-El promedio esconde distintas situaciones. El promedio de todos estos años fue más o menos del 7 por ciento. El gran crecimiento, todas las grandes mejoras del mercado de trabajo no se extendieron hasta 2012 o 2015. Se dieron fundamentalmente entre 2003, 2007, 2008, 2009. Con la crisis de 2009, ya empieza a verse un parate en el mercado de trabajo. Y como decís, estamos por lo menos como diez años atrás o por lo menos diecisiete años atrás. Tiene que ver con la actividad económica, que se estancó.

Néstor Kirchner. ¿De una macro con creación de empleo a la creación de inflación y problemas de empleo?

-Usted sostiene que el crecimiento con la macro ordenada es igual a más empleo formal privado. Ahora la macro del primer y segundo gobierno kirchnerista empieza a tener problemas. Lavagna se va con una inflación en torno al 3 por ciento y enseguida empieza a subir hasta 8 y se instala finalmente más cerca del 30 por ciento. ¿Por qué con inflación también hubo crecimiento del empleo si los empresarios empezaban a ver que esa macro no estaba ordenada?

-Pero fijate: lo que yo digo es que el crecimiento y las mejoras fuertes del mercado de trabajo se dan hasta 2007 o 2008. Después sigue creciendo pero se ralentiza porque ya las cosas no eran las mismas. Los salarios no crecen con la misma dinámica que antes. Empiezan a complejizarse los indicadores laborales de la mano de una macro que tampoco era la de antes. En esa macro de los primeros años del kirchnerismo, ya se estaban incubando algunos problemas que surgen después. Pero en términos del crecimiento económico de esos primeros años, fue lo que permitió bajar fuertemente la tasa de desocupación hasta 2007, 2008. Ahí se llegó a los valores mínimos de tasa de ocupación del 6 o 7 por ciento.

-¿Y la informalidad en ese momento?

-Bajó hasta el 32 por ciento. Hoy está en el 37,7 por ciento. No saltó del 32 al 37 por ciento directamente. Aumentó primero del 32 al 35 por ciento en 2015. Luego, entre 2015 y 2019, la informalidad y el desempleo empezaron a aumentar lentamente. En los 2000, o sobre todo de 2000 a 2010, porque no es todo el mismo período, las mejoras se dieron en un período donde la Argentina crece con el boom de las commodities. Se generaba empleo. Y un dato importante: al principio, esa formalización del empleo no sólo fue por crecimiento del empleo total sino, en buena parte, fue la formalización de trabajadores que eran informales. El empleador dijo: bueno, en este contexto, te formalizo. No fue todo crecimiento neto de nuevo empleo; en parte, fue formalización del empleo existente.

-Tuvo que ver con el boom de los commodities en sectores que no son altos tomadores de empleo. ¿Cómo es que ese boom creó empleo?

-La industria jugó a favor. Con un tipo de cambio elevado, que daba protección a la industria, el gran generador de empleo en ese en ese momento fue la industria y la construcción de la mano del boom inmobiliario, sectores que sí son demandantes de mano de obra. Cuando uno mira el sector transable, por un lado están los que exportan, que en general, son bajos demandantes de mano de obra, por ejemplo, el agro. Pero del otro lado, los transables son los que compiten con las importaciones: la industria. La industria fue la que generó empleo en esos años. Desempolvaron las máquinas que tenían guardadas y con relativamente baja inversión, utilizando capacidad ociosa, empezaron a contratar mano de obra y a formalizar trabajadores existentes.

Política industrial. ¿Cómo pasar de la demanda de devaluación a una competitividad genuina con empleo?

-Dos preguntas finales. La primera tiene que ver con el tipo de cambio. Se cuestiona mucho el atraso del dólar. Usted plantea que eso permitió darle competitividad a las empresas sin mucha inversión, pero también sin estructura de costos y sin sistemas productivos eficientes.Para que la contratación sea duradera, ¿la política industrial debería desacoplar las posibilidades de contratación y de aumento de la productividad del tipo de cambio y generar, en cambio, una arquitectura productiva más genuina?

-Deberíamos tener un tipo de cambio de equilibrio: ni demasiado alto ni demasiado bajo. Un tipo de cambio más alto da protección a los sectores transables y, además, incentiva las exportaciones. Pero por supuesto, en este contexto de manejo de la inflación, puede tener alguna arista no deseable. Lo contrario fue lo que pasó en los 90: el ancla inflacionaria fue el tipo de cambio, que fue muy bajo. La Argentina se encareció en dólares. El gran factor que generó una tasa de desempleo de dos dígitos en 93, 94, cuando la Argentina todavía crecía al 8 por ciento, fue la destrucción del empleo industrial. Es central encontrar un tipo de cambio que sea de equilibrio en lo productivo, en lo macro y que sea de equilibrio en lo social.

El presidente Javier Milei en San Rafael, en un encuentro organizado en octubre por la Cámara de Comercio, Industria y Agropecuaria de esa localidad

-El tipo de cambio es punto. Pero más allá de eso, si la estructura de las empresas, el modo en que producen siempre ve al tipo de cambio como único salvavidas posible, tampoco genera la previsibilidad necesaria para un empleo estable hacia adelante. El tipo de cambio puede depender de condiciones externas que no maneja un gobierno.

-Sí, absolutamente. Volvamos al tema de la productividad. Hay un tema importante asociado al trabajo y es la baja productividad sistémica que tiene la Argentina. Lo mismo pasa en la región; no es sólo la Argentina: es un problema sistémico. ¿Cómo avanzamos genuinamente con el tema productividad, no sólo con el acompañamiento del tipo de cambio? No debería ser el único factor que determine hoy la competitividad de una empresa y mañana no. No sólo por lo que vos decís, en previsión respecto del empleo, sino también por la destrucción y la creación de capital, no sólo de capital humano; también de capital físico y de las posibilidades de producir domésticamente, pero también de lograr exportar. En ese punto, hay un largo camino para la Argentina, para aumentar la productividad, y sobre todo la competitividad, poder ser competitivos de manera genuina aún frente a condiciones macroeconómicas externas cambiantes. Allí hay una gran discusión sobre cuáles son los sectores que pueden hacer eso.

-Ése pareciera ser el mayor reaseguro para el sostenimiento del empleo y el crecimiento del empleo sostenible,

-Sí, exactamente:

-Que no dependa de picos beneficiosos de la política cambiaria y de la negociación de los sectores corporativos con peso en las políticas: esto de “devaluar”.

-De hecho, cuando el empleador toma un trabajador no está pensando en cuándo lo va a despedir, entre otras cosas, porque no sólo el costo de despido sino también el costo de contratación, de contratar un trabajador, el costo de formar a un trabajador, ese costo hundido son muy importantes. Un empleador contrata a un trabajador para tenerlo hoy y para tenerlo mañana. Y además de estas regulaciones, no sólo las laborales, y de la estabilidad, también pesan cuáles son las condiciones que le brinda el país en un contexto cada vez más globalizado. Sobre todo si se va hacia una apertura mayor de las importaciones. ¿Cómo enfrentan esas empresas y sectores, o esas empresas individuales, esas condiciones macroeconómicas diferentes?

Despidos. ¿El punto clave de la modernización laboral?

-Última pregunta. El tema del mercado laboral es vastísimo, como estamos viendo. Está lleno de intersticios y cada uno abre otras ventanitas. Hoy estamos discutiendo el tema de la modernización o reforma laboral. Pongamos el foco en las pymes más precarias, pero que en el volumen total de empleo son muy importantes porque ahí está la masa de trabajadores informales. En ese sector, ¿un cambio o una modernización de las reglas de contratación y de despido es un aporte importante a la voluntad y la motivación para contratar formalmente?

-Sí, es un factor dentro de todos estos factores que estamos analizando.

-Cuando usted habla con las pymes, ¿qué le dicen?

-Que es un conjunto de factores: está el tema laboral, pero no es sólo el tema laboral. También influye el tema impositivo. O el acceso al crédito para poder invertir en un contexto de innovación tecnológica creciente. Es un problema que esas pymes estén sobreviviendo más que generando rentabilidad y enfrentando los cambios tecnológicos. Hay que tener una mirada integral y, al mismo tiempo, específica de las realidades de los distintos tipos de empresa, las distintas regiones del país, los distintos sectores. Los sectores presentan problemáticas en distintas áreas específicas. Cada uno de estos elementos tiene un rol en un esquema integral y coherente, de crecimiento con desarrollo productivo, porque el objetivo es el desarrollo productivo para que estas empresas no se queden afuera; que se queden adentro y puedan ser generadoras de empleo. Se necesita esa mirada integral, pero también con la especificidad que requiere cada uno de los sectores.

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