A pesar de liderar el mundo en adopción de base, África está en gran parte ausente de la capa de infraestructura del ecosistema cripto. El continente es efectivamente invisible en los últimos rankings de minería cripto global, y la brecha económica se está volviendo imposible de ignorar.
Un estudio de noviembre de 2025 del exchange descentralizado ApeX Protocol revela hasta qué punto la minería en la nube se ha concentrado en el Hemisferio Norte, destacando una fuerte desconexión: mientras las naciones africanas están adoptando rápidamente activos digitales, permanecen completamente excluidas de la creación de valor de la industria.
Esa ausencia conlleva consecuencias económicas reales.
Según la investigación, China por sí sola produce más de una quinta parte de la producción cripto mundial. Notablemente, utiliza solo el 0,33% de su capacidad energética total para minar. Estados Unidos va más allá, manejando casi el 38% de la minería cripto global, con mayor presión sobre su red eléctrica.
Los 10 principales países productores de cripto
Rusia, Canadá y Alemania completan los cinco primeros. Cada uno ha construido un equilibrio entre potencia de cálculo, resiliencia de la red y eficiencia energética. Incluso países con economías más pequeñas, como Malasia y Tailandia, están haciendo movimientos deliberados.
Malasia ahora dedica cerca del 5% de su producción de electricidad a la minería de criptomonedas, entre las proporciones más altas a nivel mundial.
Lo que más destaca no es quién está en la lista, sino quién no está. Ningún país africano aparece entre los principales productores cripto globales. Esta ausencia es sorprendente dado el creciente papel de África en la adopción de criptomonedas, el comercio peer-to-peer y la innovación blockchain.
En Nigeria, Kenia, Sudáfrica y Ghana, el uso de cripto ha aumentado en los últimos cinco años. Los africanos dependen cada vez más de los activos digitales para remesas, cobertura contra la inflación y pagos transfronterizos. Sin embargo, cuando se trata de la capa de infraestructura cripto, donde la creación de valor requiere capital intensivo y es a largo plazo, África sigue estando en gran parte excluida.
Hay razones estructurales para esto.
Muchas redes eléctricas africanas siguen siendo frágiles, caras o poco fiables. La minería cripto a gran escala requiere electricidad estable, regulación predecible y acceso a capital.
Países como China y EE.UU. se benefician de mercados energéticos maduros, capacidad de energía excedente y marcos claros de política industrial. En comparación, los gobiernos africanos a menudo ven la minería como un riesgo en lugar de una oportunidad.
Esa cautela, sin embargo, puede estar costando al continente un asiento en la mesa.
Mientras tanto, es importante señalar que la ausencia no se debe a una falta de potencial. Muchos países africanos tienen ventajas estructurales que los operadores de minería buscan activamente, como capacidad energética excedente, especialmente de fuentes hidroeléctricas, solares y eólicas.
Otros queman o desperdician gas natural que podría convertirse en energía para minería.
Sitio de minería cripto
El índice de ApeX Protocol evaluó países en cuatro áreas. Estas incluían participación global en la tasa del hash, potencia de cálculo total, eficiencia eléctrica y la tensión ejercida sobre las redes nacionales. Las puntuaciones oscilaban entre 0 y 100, premiando a los países que minan a escala mientras mantienen estables los sistemas energéticos.
China encabezó el índice con una puntuación de 96,2. EE.UU. siguió de cerca con 93,3. El uso relativamente bajo de energía de Rusia lo mantuvo competitivo, mientras que la mayor demanda de Canadá a su red disminuyó ligeramente su puntuación a pesar de una fuerte producción.
Los datos dejan clara una cosa. Ya no se trata solo de electricidad barata. Se trata de eficiencia, planificación de la red y claridad regulatoria.
Alemania es un ejemplo útil. A pesar de los altos precios de la energía y un mercado energético complejo, controla más del 3% de la producción cripto global. La minería allí consume menos del 0,5% de la capacidad eléctrica nacional. Ese equilibrio mantiene baja la presión política y estable el interés de los inversores.
Malasia muestra el riesgo opuesto. Su agresiva asignación de energía a la minería de criptomonedas aumenta la producción pero incrementa la tensión en la red. Como señaló el portavoz de ApeX Protocol, la minería de criptomonedas se ha convertido en un sector económico que los gobiernos no pueden ignorar. Los controles y equilibrios son ahora esenciales.
África podría aprender de ambos modelos. En cambio, muchos gobiernos continúan tratando la minería cripto como una amenaza regulatoria en lugar de una oportunidad industrial. En algunos casos, las prohibiciones totales siguen sobre la mesa. En otros, las tarifas eléctricas son impredecibles, desalentando la inversión a largo plazo.
Esta cautela tiene costos. La minería cripto requiere capital intensivo. Crea demanda de centros de datos, mejoras de red, conectividad de fibra y mano de obra cualificada. Puede anclar proyectos de energía renovable que luchan por atraer compradores industriales. También mantiene la creación de valor digital dentro de las fronteras nacionales en lugar de exportarla.
Sin un marco coordinado, África corre el riesgo de repetir un patrón familiar. Existirán recursos brutos y potencial energético, pero la creación de valor ocurrirá en otro lugar.
La industria global de minería cripto se está consolidando rápidamente. La tasa de hash se concentra en países que toman decisiones tempranas y deliberadas. Cada año de retraso estrecha la ventana para los que llegan tarde.
Para las economías africanas que enfrentan desempleo juvenil, monedas frágiles y desafíos de monetización energética, esto es una jugada estratégica perdida. La minería cripto no es una panacea. Pero tampoco es ya una actividad marginal.
