Europa acelera sus planes para el euro digital, sopesando blockchains públicas frente a un ledger centralizado para proteger la soberanía monetaria.Europa acelera sus planes para el euro digital, sopesando blockchains públicas frente a un ledger centralizado para proteger la soberanía monetaria.

Euro digital en la vía rápida: Blockchain pública vs Libro mayor centralizado en la carrera de Europa por la soberanía monetaria

2025/12/10 20:11
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La carrera de Europa para lanzar un euro digital acaba de acelerar. El impulso llega después de que Washington aprobara la Ley GENIUS, una ley que regula el floreciente sector de stablecoin en los Estados Unidos. Ese movimiento ha sacudido a los legisladores en Bruselas, que temen que el dólar esté reforzando su control sobre la economía digital. Para responder, el Banco Central Europeo (BCE) está explorando no solo un cronograma más rápido, sino también una idea radical: poner el euro en blockchains públicas como Ethereum o Solana.

El euro digital lleva varios años en desarrollo. El BCE comenzó estudios formales en 2021, luego entró en una fase de preparación a finales de 2023. Si todo va según lo planeado, una renovación podría ocurrir entre 2025 y 2026.
Anteriormente, la expectativa era que un ledger privado y con permisos alojara el CBDC. Ahora, con la política estadounidense acelerando los stablecoins privados, el enfoque del BCE está cambiando. Este cambio refleja una creciente preocupación por la soberanía monetaria – un punto que se hace eco en un análisis de Reuters que destaca los riesgos que representan los stablecoins vinculados al dólar para la autonomía de Europa.

Ejecutar el euro en una blockchain pública sería un paso audaz. Significaría interoperabilidad con el ecosistema cripto más amplio, permitiendo que un euro tokenizado se conecte directamente con las finanzas descentralizadas. Imagine a las empresas liquidando contratos en tiempo real, o a los consumidores utilizando dinero programable para deducciones fiscales instantáneas. Ethereum ya admite tales capacidades de Smart Contract, mientras que Solana aporta velocidad – decenas de miles de transacciones por segundo – a bajo costo. La transparencia es otro atractivo: los ledgers públicos son auditables, abiertos y resistentes a la manipulación. En teoría, esto podría ayudar a generar confianza. El análisis de estos desarrollos se discute cada vez más en plataformas financieras especializadas, incluida Tradingpedia.

Pero las desventajas son difíciles de ignorar. Las blockchains públicas no ocultan las transacciones. Cada pago deja un rastro. Eso es un problema en Europa, donde las leyes de privacidad como el GDPR exigen que los ciudadanos mantengan el control sobre sus datos personales. La inmutabilidad de blockchain choca con el "derecho al olvido", creando dolores de cabeza legales tanto para los reguladores como para los banqueros centrales. También está la cuestión del control. Si el euro funcionara en Ethereum o Solana, ¿cuánta influencia tendrían los desarrolladores, validadores o actores extranjeros sobre la infraestructura que sustenta la moneda de Europa?

Un ledger centralizado evita algunas de esas dificultades. El BCE tendría control total, limitando los riesgos para la estabilidad financiera y asegurando el cumplimiento de las normas europeas. La privacidad podría salvaguardarse mediante la visibilidad selectiva de datos, dando a los reguladores supervisión sin exponer transacciones sensibles al público. Este enfoque no es hipotético. El yuan digital de China ya funciona en una arquitectura centralizada, demostrando que un modelo administrado por el estado es viable. Sin embargo, tal sistema parece introspectivo. Probablemente lucharía por integrarse con las finanzas globales y podría dejar al euro menos atractivo para innovadores y empresas que dependen de redes abiertas.

Aquí es donde entra la geopolítica. Un euro digital en infraestructura pública podría reforzar la independencia monetaria de Europa y ofrecer un contrapeso al dólar. También señalaría que la UE se toma en serio competir en finanzas programables—el espacio donde convergen pagos, contratos y aplicaciones. Algunos analistas creen que incluso podría impulsar la adopción del euro más allá de las fronteras de Europa, especialmente en la liquidación transfronteriza, donde la velocidad y la interoperabilidad son primordiales.

El BCE no ha tomado una decisión final. Los funcionarios continúan sopesando las compensaciones entre descentralización y control, apertura y privacidad, innovación y cumplimiento. Se espera una decisión más clara para finales de 2025. Cualquiera que sea el camino que tome Europa, las implicaciones serán globales. El euro digital no solo redefinirá el dinero en casa – puede establecer la plantilla para cómo las monedas soberanas interactúan con las blockchains públicas durante las próximas décadas.

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