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El indulto a los desarrolladores de Samourai restablecería la claridad legal y protegería el código sin custodia
El asunto de Samourai Wallet plantea una cuestión fundamental sobre cómo Estados Unidos trata el software sin custodia y a los desarrolladores que lo crean. Keonne Rodriguez y William Lonergan Hill no operaban un servicio financiero ni manejaban activos de clientes. Escribieron y mantuvieron un software que permitía a los usuarios construir transacciones colaborativas de Bitcoin de manera que preservaba la privacidad. Durante todo el ciclo de vida de la herramienta, los usuarios controlaban sus propias claves, iniciaban sus propias transacciones y nunca dependieron de Samourai o sus desarrolladores para transmitir o salvaguardar valor. La distinción entre un servicio de custodia y una herramienta sin custodia no es una tecnicidad; es el límite fundamental que la Ley de Secreto Bancario, la orientación de FinCEN y décadas de práctica regulatoria utilizan para distinguir a los autores de software de los intermediarios financieros regulados.
Este punto fue reforzado por el propio FinCEN. En un análisis interno, la agencia concluyó que la arquitectura de Samourai no constituía transmisión de dinero porque ningún tercero tomaba posesión o control de los fondos de los usuarios. Esa conclusión nunca fue revelada a la defensa mientras la fiscalía avanzaba una teoría que requería lo contrario: que crear software que los usuarios emplean para la privacidad es funcionalmente equivalente a operar una institución financiera. Cuando ese análisis finalmente salió a la luz, confirmó lo que se ha entendido durante mucho tiempo en toda la industria y dentro de la comunidad reguladora: que las herramientas sin custodia quedan fuera del marco de transmisores de dinero de la BSA porque no hay transferencia de valor por un tercero. El caso finalmente trató a los desarrolladores como si fueran responsables de las acciones independientes de los usuarios, aunque no tuvieran ningún papel en ejecutar, intermediar o aprobar ninguna transacción. Algunos individuos hicieron mal uso de la herramienta, como ocurre con cualquier tecnología de privacidad o seguridad, pero la ley nunca ha equiparado el mal uso con la responsabilidad de los creadores. No tratamos a los autores de bibliotecas de cifrado, protocolos VPN o clientes de correo electrónico como participantes en actividades ilícitas simplemente porque los actores malintencionados confían en esas herramientas. Colapsar la distinción entre desarrollar una herramienta y operar un servicio introduciría un nivel insostenible de riesgo para cualquiera que construya software de mejora de privacidad o crítico para la seguridad.
También hay un importante componente de libertad de expresión. Los tribunales han reconocido consistentemente que el código es expresivo, y publicar software de código abierto es un acto de comunicación. Cuando la publicación se trata como evidencia de "operación", el límite legal entre autoría y conducta se vuelve borroso de una manera que amenaza una amplia gama de tecnologías legítimas. Cualquier precedente que sugiera que los desarrolladores son responsables del uso posterior imprevisible tendría consecuencias inmediatas para la criptografía, la investigación en ciberseguridad y el trabajo de código abierto en general.
Rodriguez y Hill finalmente aceptaron acuerdos de culpabilidad frente a una exposición sustancial de sentencia, a pesar de que los registros gubernamentales socavaban la teoría regulatoria central del caso. Sus condenas ahora descansan en un marco que está en desacuerdo con la orientación establecida y con la dirección en la que se ha movido la política federal desde entonces. Un indulto alinearía el resultado legal con los hechos subyacentes: esto fue desarrollo de software, no transmisión de dinero, y las personas involucradas no deberían cargar con responsabilidad penal por escribir código que los usuarios ejecutaron independientemente.
Este caso ya ha tenido un efecto disuasorio medible en los desarrolladores que trabajan en herramientas de privacidad y seguridad en los Estados Unidos. Dejar las condenas en su lugar desalentaría la innovación responsable y empujaría el trabajo crítico a jurisdicciones que no comparten nuestro compromiso con la investigación abierta y el desarrollo transparente. Un indulto corregiría una clara aplicación errónea de la ley federal, protegería la integridad de las distinciones de larga data en la regulación financiera y reafirmaría que publicar software sin custodia no es —y no debería convertirse en— un acto criminal.
Descargo de responsabilidad – Esta es una contribución de invitado por Zack Shapiro, publicada originalmente por el Instituto de Política de Bitcoin (BPI). Las opiniones y puntos de vista expresados son únicamente los del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de BTC Inc o Bitcoin Magazine.
Esta publicación El indulto a los desarrolladores de Samourai restablecería la claridad legal y protegería el código sin custodia apareció primero en Bitcoin Magazine y está escrita por Zack Shapiro.


