Desde los trabajos secundarios de la Generación Z hasta los planes de legado de los Baby Boomers, el dinero significa cosas diferentes para cada generación. Para algunos, es libertad, mientras que para otros, es seguridad, comodidad o supervivencia. Y durante la última década, con el período de pandemia teniendo un impacto importante, la relación de los filipinos con el dinero se ha transformado de diferentes maneras.
Desde 2015, Acumen ha seguido cómo piensan, gastan, ahorran e invierten las generaciones filipinas. Lo que ahora estamos viendo en 2025 a través del Proyecto Alphabet no es solo un cambio en el comportamiento financiero, es un cambio completo de significado. Los filipinos de hoy piensan en el dinero con mucha más intencionalidad, disciplina y enfoque a largo plazo que nunca antes.
Si las finanzas en 2015 eran una fuente de aspiración y estrés para los filipinos, las finanzas en 2025 han llegado a definirse por algo nuevo: la intencionalidad hacia la estabilidad financiera. Antes de la pandemia, muchos filipinos, especialmente las generaciones más jóvenes, veían el dinero a través de una lente día a día. Los presupuestos eran flexibles, las compras eran espontáneas, y la "planificación futura" se sentía como algo que solo preocupaba a las generaciones mayores.
Pero la pandemia creó un despertar colectivo. Recordó a cada filipino, independientemente de su edad, que la vida puede cambiar de la noche a la mañana. La incertidumbre se volvió real. La estabilidad puede desaparecer de la noche a la mañana, las emergencias pueden ocurrir en cualquier momento, y la preparación financiera no es opcional. La seguridad financiera ahora representa independencia y tranquilidad.
Para la Generación Z y los Millennials, el dinero representa libertad con responsabilidad e independencia. La Generación Z busca independencia, gastando en experiencias y cosas que consideran significativas para ellos y que valen su dinero ganado con esfuerzo. Los Millennials desean la capacidad de gastar sin culpa, equilibrando la indulgencia con la disciplina mientras mantienen en mente las obligaciones familiares. Ambas generaciones quieren tanto dinero como sea posible no por estatus, sino por la capacidad de vivir cómodamente sin ansiedad, culpa o dependencia de otros.
Para la Generación X y los Baby Boomers, el dinero continúa simbolizando provisión y deber. Se enorgullecen de dar a sus familias una vida cómoda, cumpliendo primero con las obligaciones y encontrando satisfacción en proveer. Para ellos, la seguridad financiera no es solo una meta personal, es un legado para sostener a sus seres queridos.
Este cambio intergeneracional es el telón de fondo de todo lo demás. Remodela cómo cada generación gasta, ahorra, gasta, invierte y aspira.
El ahorro se ha convertido ahora en un gran ecualizador entre generaciones — un comportamiento que antes solo se asociaba con las generaciones mayores. Hoy, cada generación trata los ahorros como algo no negociable, con la Generación Z construyendo fondos de emergencia más temprano, las generaciones mayores reforzando sus reservas, y las familias discutiendo abiertamente la planificación financiera de maneras que solían ser algo tabú.
Ahorrar ya no es solo un ejercicio matemático, es emocional. Aunque las motivaciones difieren, la mentalidad es compartida: Los ahorros dan seguridad, y en el mundo de hoy, esa seguridad es lo que da a los filipinos confianza, calma y control sobre su futuro.
En todos los grupos de edad, el ahorro se ha vuelto más intencional y disciplinado.
En todas las generaciones, un cambio claro es visible: la practicidad es la nueva prioridad, y los filipinos ahora gastan solo en lo que realmente importa. Cada generación ha redefinido silenciosamente el valor — favoreciendo la intencionalidad, la calidad y el consumo centrado en la familia. En esta nueva era, cada peso debe servir a un propósito, reflejar responsabilidad y apoyar a las personas que más importan.
La Generación Z, criada en un mundo de tendencias y tentaciones constantes, está aprendiendo a minimizar las compras impulsivas hechas por capricho. Seguirán gastando en cosas que les dan alegría, pero solo si la compra se siente sulit y genuinamente "mapapa-happy talaga ako." Para ellos, el valor es emocional y práctico al mismo tiempo: disfrutar la vida, pero nunca de manera irresponsable.
La Generación Y hace eco de esta mentalidad pero desde una perspectiva más madura y de etapa de vida—recompensándose ocasionalmente, pero solo después de que las necesidades familiares estén aseguradas. Han adoptado la gratificación retrasada, eligiendo gastar en sí mismos solo cuando los elementos esenciales y las obligaciones del hogar están cubiertos.
Mientras tanto, la Generación X y los Baby Boomers permanecen anclados en una mentalidad de gasto centrada en la familia — priorizando necesidades sobre deseos, eligiendo durabilidad sobre tendencias, y encontrando alegría en proveer para los hijos y especialmente los nietos. Cuando los fondos extra lo permiten, se recompensan como un merecido pago después de años de trabajo duro, pero la practicidad continúa guiando sus decisiones diarias.
A través de las generaciones, los filipinos ahora ven la inversión como un camino hacia la libertad, protección y posibilidad a largo plazo — un cambio impulsado tanto por la experiencia como por la aspiración.
Dentro de esta mentalidad de inversión más amplia, el seguro ha emergido como una de las formas de protección más valoradas y universales. Lo que solía verse como un producto del que "solo te beneficias cuando ya no estás" ahora se entiende como un escudo financiero inteligente — algo que asegura la salud, protege los ingresos y garantiza la estabilidad familiar sin importar lo que suceda.
A través de todas las generaciones, el seguro se ha convertido tanto en una inversión como en una red de seguridad — ofreciendo estabilidad, seguridad emocional y la confianza de que las familias estarán protegidas en el presente y en el futuro.
Lo que esta historia multigeneracional nos muestra es simple pero poderoso: los filipinos ya no están administrando el dinero solo para sobrevivir, lo están administrando con intención. Al final del día, el dinero se ha convertido en más que moneda, es un reflejo de las esperanzas, miedos, valores y sueños de los filipinos.
Y a medida que estas mentalidades generacionales sobre el dinero continúan evolucionando, los líderes empresariales que se mantienen fluidos, empáticos y con visión de futuro serán los que construyan marcas y organizaciones que verdaderamente conecten, sirvan y perduren. — Kristine Joyce Erni Santos, Directora de Programa y Estratega de Estrategia Comercial, Acumen (www.acumen.com.ph)
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