Ford, General Motors y Stellantis pidieron que las nuevas restricciones a las autopartes en el marco del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) se basen en el origen y no en la propiedad.
Esto da flexibilidad a las empresas armadoras al disponer de insumos, partes y componentes de las empresas que se establezcan en países con mejores ventajas arancelarias.
Un ejemplo de esta versatilidad se anunció este lunes por parte de la empresa china Great Wall Motor (GWM), respecto a que su planta de manufactura de Brasil exportará a México vehículos y componentes para evitar un eventual arancel de 50% que impondrán las aduanas mexicanas a ciertos productos automotrices importados desde países sin acuerdos comerciales, entre ellos China.
La propuesta de Ford, General Motors y Stellantis se presentó a través de una carta enviada por el Consejo Estadounidense de Política Automotriz (AAPC, por su sigla en inglés) a la Representación Comercial de Estados Unidos (USTR) como parte de la consulta sobre la revisión del T-MEC. Este consejo representa a las tres empresas, conocidas como “Big-3”, en sus intereses comunes de política pública.
En su opinión, el T-MEC ya proporciona un marco a través del cual Estados Unidos, México y Canadá pueden alinear sus políticas comerciales y garantizar que la industria automotriz se mantenga en igualdad de condiciones con sus principales socios comerciales, incluidos la Unión Europea, Japón y Corea del Sur.
No obstante, destacó que este marco existente puede aprovecharse aún más con el fin de construir y fortalecer las cadenas de suministro críticas necesarias para proteger la seguridad nacional y económica de Estados Unidos.
Al respecto, el AAPC consideró que los fabricantes de automóviles estadounidenses están preparados para cumplir con las nuevas restricciones para reducir los riesgos de sus cadenas de suministro norteamericanas.
“Al mismo tiempo, cualquier nueva restricción sobre el contenido de autopartes proveniente de ‘países extranjeros que generan preocupación’ debería basarse en el origen, no en la propiedad; limitarse a los proveedores de primer nivel; e implementarse gradualmente a lo largo de un cronograma adecuado con el propósito de que las cadenas de suministro tengan tiempo de adaptarse a los nuevos requisitos”.
Para aprovechar plenamente el potencial del T-MEC, el AAPC expuso que el Tratado no solo debe generar empleos e impulsar el crecimiento económico, sino también servir como plataforma para fortalecer la competitividad norteamericana y coordinar las respuestas a los desafíos externos comunes. “Por consiguiente, el T-MEC puede -y debe- utilizarse aún más como una valiosa herramienta para fortalecer la seguridad económica de Estados Unidos, en particular para abordar los desafíos que plantean los países que generan preocupación”.
La cadena de suministro automotriz es la más compleja del mundo. De modo que cualquier nueva restricción al contenido proveniente de “países extranjeros de preocupación” debe incluir -según el AAPC- reglas claras y definitivas, que se implementarán mediante cronogramas graduales apropiados y viables para los fabricantes de automóviles estadounidenses y sus proveedores.
En este contexto, instó a la USTR a garantizar que las reglas de origen automotrices y las disposiciones relacionadas del T-MEC no sean más restrictivas que ninguna de las medidas impuestas en virtud de un Acuerdo sobre Comercio Recíproco (ART, por su sigla en inglés) o cualquier otro acuerdo o política arancelaria implementada (ahora o en el futuro) por el gobierno de EU, a menos que la tasa arancelaria correspondiente sea significativamente menor que la prevista en el ART.


