Para el Gobierno es evidente que fue una idea genial lanzar las llamadas “Farmacias del Bienestar”, pero el anuncio detonó una ola generalizada de críticas dentro del propio sector salud, donde médicos y personal frustrado por el persistente desabasto de insumos ven en esto otra iniciativa espectacular que distrae del problema real.Para el Gobierno es evidente que fue una idea genial lanzar las llamadas “Farmacias del Bienestar”, pero el anuncio detonó una ola generalizada de críticas dentro del propio sector salud, donde médicos y personal frustrado por el persistente desabasto de insumos ven en esto otra iniciativa espectacular que distrae del problema real.

Módulos del Bienestar: estructura paralela de distribución

2025/12/08 13:13

Para el Gobierno es evidente que fue una idea genial lanzar las llamadas “Farmacias del Bienestar”, pero el anuncio detonó una ola generalizada de críticas dentro del propio sector salud, donde médicos y personal frustrado por el persistente desabasto de insumos ven en esto otra iniciativa espectacular que distrae del problema real.

La verdad es que el tono del anuncio en la conferencia mañanera de la presidenta Claudia Sheinbaum sobre la creación de 2,000 Farmacias del Bienestar que para 2026 abrirán 24 horas los 365 días del año, evocó las promesas transformadoras de su antecesor; primero por esa declaración de que "se acabó el negocio de la salud; los medicamentos ya no serán una mercancía".

Y segundo, porque nos remite a cuando el expresidente AMLO se refería a la bodega de Huehuetoca como MegaFarmacia promoviéndola como algo grandioso y terminó siendo un monumental fracaso con un costo de no menos de 3,600 millones de pesos (ejercidos durante 2023 y 2024, pues en 2025 no se sabe cuánto al quedar eliminado el proyecto), dinero que mejor se hubiera destinado a adquirir más medicamentos y reducir las carencias hospitalarias.

El punto es que las llamadas "farmacias del bienestar" —así entre comillas porque en realidad son pequeños módulos movibles, usados normalmente en bazares, expos o tianguis—, serán instaladas en unidades de IMSS, ISSSTE e IMSS Bienestar, pero estarán a cargo de la Secretaría del Bienestar encabezada por Ariadna Montiel Reyes —no de la Secretaría de Salud que encabeza David Kershenobich— y de Birmex que lleva Carlos Ulloa Pérez, un ente que ya concentra el 78% de las compras consolidadas de 2024-2025 pero sin resultados tangibles y operando con marcada discrecionalidad.

La iniciativa de los módulos podría verse como bienintencionada; quizá la idea es sacar de la jugada al personal formal de salud en las instituciones donde se sigue presentando desvío y robo hormiga de medicamentos, un problema histórico sin resolver.

Lo evidente es que las autoridades de Salud no intervinieron porque el plan refleja un desconocimiento total no sólo de cómo opera el sistema público de salud, sino de la propia Ley General de Salud, que clasifica y define en su Artículo 226 sobre el manejo adecuado de medicamentos prohibiendo expresamente el uso de "puestos semifijos, módulos móviles o ambulantes". En el sector privado esto no está permitido y se tiene bien controlado, porque ante cualquier incumplimiento la autoridad aplica severas sanciones. Pero con su nueva iniciativa es evidente que para el Gobierno el uso de módulos sí es permitido, aunque la ley lo impida.

Por otro lado, surge la duda sobre si esas “farmacias” serán reguladas. ¿Se aplicará la ley, o será otro caso de discrecionalidad? Aquí le tocaría levantar la mano a la Comisión Federal de Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) y explicar cómo y porqué se permitirá el manejo de medicamentos fuera de las estructuras formales de salud y de parte de los llamados servidores de la nación sin acreditación alguna para ello. Porque la dispensación de medicamentos no es cualquier cosa; requiere preparación, tener conocimiento sobre la normativa sanitaria vigente, gestión de inventario, atención al público y coordinarse con personal médico pues trabajarán de la mano con el personal contratado para Salud Casa por Casa, unos 20,000, en su mayoría de enfermería que emiten las recetas permanentes para padecimientos como hipertensión o diabetes.

Además, si se supone que estos módulos serán para cubrir a la población atendida y cubierta desde el programa Salud Casa por Casa, es decir personas mayores y discapacitados, con el objetivo de evitarles acudir a las clínicas, ¿cómo es que sí los harán trasladarse para recoger sus medicamentos?

En conclusión, el anuncio de las Farmacias del Bienestar suena ambicioso y popular, pero el temor es que la red de 2,000 módulos se conviertan en una estructura paralela fuera del control de las instancias de Salud, mientras sigue sin resolverse la carencia y el caos en hospitales.

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